Cuy en Arequipa, página 9

Dormí todo el viaje y desperté en el primer terminal de buses decente del Perú: El terminal de Arequipa. Por fin a alguien se le había ocurrido la excelente idea de que todas las empresas de buses deberían ir en el mismo lugar. Compramos los tiquetes para el Cuzco. Nuestro bus salía en la noche. Pasamos el día recorriendo la ciudad. Era una ciudad pequeña, de arquitectura colonial, ordenada y parecida a la ciudad donde crecí: Santiago de Tunja. Por eso, tal vez me gusto. La desgracia vino a la hora del almuerzo. Dejandome convencer por Carlinchi, accedí a probar el famoso cuy. Una especie de hamster gordo y juguetón. Primero algo de contexto. No soy vegetariano, pero tampoco troglodita. Hay animales que nunca comería: conejo, pato, ganso, cerdo, venado y hasta cuy. Mejor dicho, cualquier animal que pueda haber sido protagonista de una película de Disney. Como todavía no he visto una vaca o una gallina protagonizando una historia, pues esos no son animales que tenga problemas en comer. La segunda razón, es porque le tengo pavor a las ratas. Son el animal más hediondo que ha existido en la tierra, con su cola larga y su cara de mal puro. No más al escribir esto ya empiezo a sentir los escalofríos que me producen esos roedores, esas aberraciones que habitan la mierda de las ciudades.

Hacia las tres de la tarde, llego el Cuy. Era exactamente lo que había pensado: una rata frita y aplanada. Tuve nauseas, pero no vomite. Carlinchi le arrancó las patas y lo comió con gusto. Yo hice el primer intento. Le arranque la pata derecha y sentí sus uñas tostadas en mi mano. Su carne era babosa y suave. Tuve otra nausea. Aun así, si no comía cuy no almorzaba ya iba corto de presupuesto. Le pegue otro par de bocados y tuve que parar. No había forma de que pasara un pedazo más de esa carne. Tiempo después, ya en otra ciudad, tendría el infortunio de conocerlos en persona. Eran animales asustados y tiernos como los Gremlins antes de volverse perversos. Mi remordimiento iba a ser peor. Baje el hambre con unos granos de maíz. Dormí toda la noche rumbo al Cuzco.

0 Responses