KM 0 Aeropuerto El dorado. Colombia. Pág 1

El punto de ignición es el caótico aeropuerto El dorado de Bogotá, un aeropuerto siempre en obra negra. La idea es atravesar Sudamérica y conocer Buenos aires, tan simple como eso. Me he fijado algunas metas de montaña obligatorias: Salinas, Machupichu, Uyuni y la Av corrientes. Eso me obliga a seguir una ruta más o menos lógica, atravesando Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Los demás países del continente quedan excluidos por cuestiones de logística. Nada más. Inicio con una pequeña trampa. Conseguí un pasaje de avión barato hasta Popayan, lo que me ahorra 14 horas de viaje y el inmarcesible trancon de salida de Bogotá.

El aeropuerto tiene un look a película de ciencia ficción. La mitad de los pasajeros, los tripulantes, la policía aeropuertaria, los maleteros y hasta un pequeño perro Shin Zu, jalado por una señora de edad, visten sus tapabocas blancos; algunos hasta guantes de neopreno. Es la gripa porcina. Un virus que nadie sabe muy bien de donde llego. Los primeros muertos cayeron en México y allí fue bautizada. Se creía que venía de los cerdos. La OMS le cambio el nombre, ya que afectó la industria porcicola (un plato de lechona podía ser un potencial agente del virus) a nueva gripe por A (H1N1). Esta es tan contagiosa como la gripe normal. Y aunque la mayoría de quienes contraen el virus sufren la forma más leve y se recuperan, los cuadros más graves resultan en una muerte rápida. El virus se propagó como fuego en basurero por sudamerica y a los pocos meses todos los países tenían su propios infectados. En realidad, viendo las cifras es difícil de entender el miedo que genera la enfermedad; pero ante tanto lío y miseria parece lógico dirigir todos los esfuerzos y miradas a combatir ese pequeño y terrible enemigo en común: el virus A de Hemaglutimina y Neuramidasa de la cepa 1 o ¨porcina¨.

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